La espera se hacía interminable, siempre que sonaba el teléfono pensaba que sería del hospital, pero la cita nunca llegaba.
Mientras tanto veía como en su entorno llegaban más embarazos, y ese sentimiento contradictorio la envolvía en una tristeza indescriptible.
Y por fin llegó la primera cita, el Essure había implantado perfectamente y ya podían empezar el ciclo de FIV, al ser heterocigota para el gen de la protombina, además de los pinchazos propios de cualquier tratamiento de fertilidad, debía pincharse una vez al día heparina, pero eso ya lo tenía asumido, estaba tan feliz por empezar, eran tantas las esperanzas puestas… sin imaginarse nunca como se iban a desarrollar los acontecimientos.